SANTO DOMINGO DE GUZMAN

SANTO DOMINGO DE GUZMAN

Nació en Caleruega, España en 1171. A los catorce años fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia, en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que edad era un jovencito pero que en seriedad parecía un anciano.
Por aquellos tiempos, vino por la región una gran hambre y la gente suplicaba alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió todo lo que había en su casa hasta los muebles y cuando no le quedaba mas con que ayudar, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros.
En un viaje que hizo acompañando a su obispo, por el sur de Francia, se dio cuenta de que los herejes habían invadido regiones enteras y estaban haciendo un gran mal a las almas. Entonces se consiguió un grupo de compañeros y, con una vida de total pobreza y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con gran éxito apostólico. Sus armas para convertirlos era la oración, la paciencia y la penitencia.
Domingo llevaba ya diez años predicando al sur de Francia y convirtiendo herejes. entonces pensó en formar una comunidad de religiosos y, acompañado de su obispo, consultó al Sumo Pontífie Inocencio III. Al principio, el pontífice dudó pero, dicen que en un sueño, vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose con peligro de venirse abajo y que, llegaban dos hombres: santo Domingo y san Francisco de Asís y le ponían el hombro y la volvían a levantar. Después de esa visión, ya el papa no tuvo duda y aceptó.
Cuentan las antiguas tradiciones, que santo Domingo vio en sueños, que la ira de Dios iba a enviar un castigo sobre el mundo, pero que la Virgen Santísima, señalaba a dos hombres que, con sus obras iban a interceder ante Dios y lo calmaban. El uno era Domingo y el otro era un desconocido, vestido casi como un pordiosero. Y, al siguiente día, estando orando, vio llegar al que vestía como mendigo y era nada menos que san Francisco de Asís. Nuestro santo lo abrazó y le dijo: "Los dos tenemos que trabajar muy unidos para conseguir el Reino de los Cielos". Y, desde hace siglos ha existido la bella costumbre de que, cada año, el día de la fiesta de san Francisco, los padres dominicos van a los conventos de los franciscanos y celebran con ellos muy fraternalmente la fiesta. Y, el día de la fiesta de santo Domingo, los padres franciscanos van a los conventos de los dominicos y hacen juntos una alegre celebración.
A los trece años de su muerte, el Sumo Pontífice lo declaró santo y exclamó, al proclamar el decreto de su canonización: "De la santidad de este hombre estoy tan seguro como de la santidad de San Pedro y San Pablo".
Tomado de EWTN

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