Ejercicio Espiritual

Ejercitantes de Portoviejo, compartiendo un instante de soledad con su mundo interior en busca de una respuesta.

Ejercicio " El regalo "

Nuestra hermana realizando el Ejercicio Espiritual, EL REGALO que el mundo nos ofrece...

Dinamicas con los ejercitantes de Portoviejo

Nuestros hermanos de Portoviejos compartiendo sus alegrías con esta dinámica

Desayuno en la Comunidad

Luego de alimentar el espíritu con las Laudes, pasamos alimentar el cuerpo con este rico y delicioso desayuno

Comunidad Belén - Manabí

Nuestros hermanos de Portoviejo ahora son Comunidad Belén - Manabí... Bienvenidos a formar parte de esta gran Familia.

Mostrando las entradas con la etiqueta Oh Señor. Mostrar todas las entradas
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Santa Agueda

Como Santa Inés, Santa Cecilia y Santa Lucía, 
decidió conservarse siempre pura y virgen, por amor a Dios.

En tiempos de la persecución del tirano emperador Decio, el gobernador Quinciano se propone enamorar a Agueda, pero ella le declara que se ha consagrado a Cristo.
Para hacerle perder la fe y la pureza el gobernador la hace llevar a una casa de mujeres de mala vida y estarse allá un mes, pero nada ni nadie logra hacerla quebrantar el juramento de virginidad y de pureza que le ha hecho a Dios. Allí, en esta peligrosa situación, Agueda repetía las palabras del Salmo 16: "Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos mortales que asaltan.
El gobernador le manda destrozar el pecho a machetazos y azotarla cruelmente. Pero esa noche se le aparece el apóstol San Pedro y la anima a sufrir por Cristo y la cura de sus heridas.
Al encontrarla curada al día siguiente, el tirano le pregunta: ¿Quién te ha curado? Ella responde: "He sido curada por el poder de Jesucristo". El malvado le grita: ¿Cómo te atreves a nombrar a Cristo, si eso está prohibido? Y la joven le responde: "Yo no puedo dejar de hablar de Aquél a quien más fuertemente amo en mi corazón".
Entonces el perseguidor la mandó echar sobre llamas y brasas ardientes, y ella mientras se quemaba iba diciendo en su oración: "Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañoso. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Recibe ahora en tus brazos mi alma". Y diciendo esto expiró. Era el 5 de febrero del año 251.
Desde los antiguos siglos los cristianos le han tenido una gran devoción a Santa Agueda y muchísimos y muchísimas le han rezado con fe para obtener que ella les consiga el don de lograr dominar el fuego de la propia concupiscencia o inclinación a la sensualidad.
Fuente: https://www.aciprensa.com