Los llamados de Dios (Anécdota personal)

Los llamados de Dios (Anécdota personal)

Cuando era estudiante universitaria aprovechamos, mi madre y yo, para viajar a Quito y conocer la ciudad capital. Un domingo buscábamos una iglesia para asistir a la santa misa, de pronto a pocas cuadras, apareció a nuestros ojos este hermoso templo, impactadas por su arquitectura nos acercamos y mi madre me dijo: "Como es la primera vez que vamos a entrar en ella, pide tres deseos" así lo hicimos, nunca supe cuáles fueron los de mi madre no yo recuerdo los míos.
La nave central y sus lados estaban a full por eso nos ubicamos en dos asientos que estaban casi a la entrada. Mi vista se paseaba por toda la riqueza arquitectónica interna, también y de pronto reparé en un señor que saliendo de la sacristía avanzaba hacia la puerta mirando de un lado y del otro lado, como buscando a alguien. Cuando llegó a la altura que estábamos nosotros hizo un gesto con la mano, yo pensé que por ahí estaba la persona que buscaba, como nadie salió y noté que su mirada estaba sobre mi, hice un gesto con la mano, llevándola al pecho para decirle: "a mí?", él asintió con la cabeza y entonces yo miré a mi mamá para ver qué decía ella, sólo me sonrió y me dijo ve, yo obedecí y seguí al señor que me llevó hasta el altar, me dijo: "quédese aquí que va hacer las lecturas bíblicas" y así fue.
Cuando terminó la Eucaristía, el padre que estaba oficiando la misa, pasó a mi lado y me dijo: "sígueme" y así lo hice y, mientras se sacaba la casulla me dijo: "cómo te llamas", respondí: "Carmita", entonces dijo: "bueno Carmita, vas a venir todos los domingos a leer las lecturas, yo me quedé impactada y como no contesté, él me preguntó: "sucede algo?", si padre, respondí y expliqué: "es que yo no vivo aquí, soy de Guayaquil y estoy de paseo por unos días"." Ah! que lástima!", se acercó, me bendijo y me agradeció.
Esta experiencia que, al relatarla la he vuelto a vivir, me hizo pensar y reflexionar sobre la cantidad de veces que Dios nos llama durante toda nuestras vidas, pero que nosotros nunca nos enteramos, sólo, cuando pasan los años y después de tener una relación personal con nuestro Señor y mirando en retrospectiva, es que nos damos cuenta que Él siempre estuvo allí, invitándonos a esta aventura de vivir su evangelio.
Te invito, ahora, a que hagas un silencio y mires hacia atrás y descubras cuantas veces tuviste tú, el llamado de Dios.

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